Una solución con hojas para el ruido humano
Cierre sus ojos, sáquese los audífonos y preste atención. ¿Qué escucha?
Lo más probable es que advierta el sonido del tránsito vehicular de una de las calles más concurridas de Richmond. El tránsito vehicular es solo una de las muchas fuentes de contaminación acústica, un sonido no deseado o molesto que perturba el bienestar humano o animal.
El tránsito vehicular, los barcos, la construcción, las aeronaves, las industrias y más, todos contribuyen a la contaminación acústica en la tierra y en el océano.
La contaminación acústica puede provocar la pérdida de audición, aumentar su presión arterial y alterar los patrones de sueño. También puede dificultar que algunas especies de animales se comuniquen a través de largas distancias, dificultar que escuchen a sus presas o depredadores, y dificultar que naveguen por su entorno e hibernen uniformemente.
Los parques urbanos como este pueden reducir drásticamente, a casi la mitad, la contaminación acústica en su interior, ya que el follaje absorbe las ondas sonoras mucho mejor que las propiedades reflectantes del hormigón, el ladrillo y el vidrio.
En lugares sin contaminación acústica provocada por la actividad humana podemos aprender algunas cosas asombrosas acerca de la naturaleza. Si eso le parece obvio, responda esta pregunta: ¿qué sonido hace una tortuga?